12.10.2009

La Tríada Escarlata (V) / The Scarlet Triad (V)

[La ciudad]

Esta vez el retorno a la ciudad fue como el de cualquiera, solitario
y en calma; con una sensación extraña en su espalda.
La mañana le fue más gentil, y le permitió ver los dibujos de su piel
mientras eran acariciados cálidamente por el sol. Para cuando
llegó a la ciudad todas habían desaparecido, menos la que quedaba
siempre en medio de su pecho; a veces como hermosos dibujos,
muchas más, amorfa, casi líquida.
El pelo le tapaba los ojos y un par de lentes y una gorra que tenía
desde la infancia completaban la tarea, el camuflaje era perfecto,
pero no lo alejaba de quien era.
Cuando llegó a su casa la rutina seguía allí, esperándolo; pero también
lo hacía su perro, que se entregaba a la oscilación cada vez que le
dirigía siquiera una mirada. Su hocico húmedo lo llevaba a esas noches
felices que le eran tan escasas en la ciudad.
También lo esperaba su compañera, aquella que le parecía tan
distante, pero de vez en cuando, tan parte de sí; era entonces cuando
se hacían líquidos y mataban su individualidad.
El desayuno estaba casi pronto, y las preguntas inquisidoras
habían sido ya abandonadas sin respuesta, pero tornándose comprensión.
Lunes siempre había sido diferente.
Luego, a trabajar, nada fuera de lo común.
La muerte del día lo trastornaba un poco, y lo llenaba de pena,
pero al ser precedido por la noche y al revés, comprobaba que luego
de un período de sufrimiento venía el goce más pleno.


/


[The city]

This time the trip back to the city was like that of anyone,
lonely and calm, with a weird feeling on the back.
The morning was easier on him, allowing him to see the
drawings in his skin, as they were caressed warmly by the sun.
When he got to the city everyone of them had dissapeared.
Except for the one that remained always in the middle
of his chest, sometimes in the shape of beautiful drawings,
usually shapeless, almost liquid.
His hair covered his eyes, and a pair of dark glasses and a cap
he had from when he was a kid completed the task. The camouflage
was perfect, but didn't separated him from who he really was.
When he got home the routine was still there, waiting.
But there was also his dog, which gave himself to oscilation
everytime Monday even looked at him. His wet nose took him back
to those rare happy nights, so scarse in the city.
There was also his partner, the one who seemed to him so distant,
but at times, a part of himself. It was then when they became
liquid and killed their individuality.
Breakfast was almost ready, and the inquisitive questions had
been left unanswered, understanding took place instead.
Monday had always been different.
Then, he had to work, nothing unusual.
The death of the day upset him a little, and filled him with
sorrow. But as it was preceded by night, and backwards, he then
knew that after a period of suffering came the gratest joy.

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