Las luces que emanan de los ojos
de los seres que se esconden
se disparan hacia la vastedad
cuando los siniestros párpados
de esas criaturas lo permiten
Pobres entes ajenos a la piel,
¡qué suerte la de ellos!
El cielo nocturno se ilumina fugaz
abomba todos mis sentidos
y dejando mi saber
me elevo entre los árboles
olvidándome del ser
En temblores y neblinas
me debato entre dos mundos
pero pierdo, siempre pierdo.
Hay cosas que están más allá
de nuestra humanidad.
Tan temida, tan deseada
pero ante todo aceptada.