Hay un momento en medio de la
noche en la ciudad en que vivo, cuando las calles quedan en calma. Casi no se
ven autos u ómnibus. Es hermoso ese momento, pero tanto como sucede en
cualquier ciudad que duerme profundamente en la noche. Luego, aparecen estos
camiones, que van muy lento por los bordes, parando cada tanto. Éstos están
llenos de agua, y la gente a cargo camina de un lado a otro lavando las
veredas, nada espectacular. Pero entonces el olor a tierra mojada me lleva de
regreso a mi hogar en el campo, me lleva de regreso a la naturaleza.
¡Es increíble cómo funcionan
nuestras mentes! En un momento estamos en medio de una ciudad superpoblada y
luego, provocado por un olor, o un ruido, o alguna sensación o sentimiento,
estamos de regreso en medio de un campo, mirando las estrellas, preguntándonos
por nuestra propia existencia, o tal vez preguntándonos sobre el amor; o quién
sabe qué. Es increíble cómo podemos estar en lugares horribles, en las peores
situaciones, y a causa de una mínima inflexión del entorno, en el tiempo y el espacio,
podemos estar en otro lugar. Podemos ir a donde queramos, hacer lo que queramos
y hasta convertirnos en otra persona o ser totalmente diferente. Podemos ser
quienes queramos en el cálido interior de nuestra mente.
Estoy de nuevo en la calle
principal de la ciudad, tal vez no me estaba sintiendo muy bien, o tal vez fue
otro día usual, carente de importancia, cuando siento esta chispa, este rayo me
golpea y sé que soy nada en el universo. Pero también puedo ver las conexiones
del todo, y lo entiendo, sé que no importa qué pueda estar en nuestro camino,
qué pueda pasar, todo va a estar bien, porque todo seguirá siendo.
La existencia es tan vasta como
la inexistencia. El infinito se convierte en nada y es re hecho. No importa si
amas la ópera, por ejemplo, o si la odias, porque está en todos lados, y
también lo está el rap, el blues y cualquier tipo de música que te guste o que
odies. Tampoco importan los tipos, ya que uno es todo y todo es uno. Es tan
solo cuestión de encontrar las conexiones y dejarlas ser, y doblarlas, y
romperlas, olvidarlas... Es cuestión de dejarte ser, y dejarte caer en el
olvido. Dejarte ir y exonerarte de todas tus ideas, y compartir las tuyas y las
de ellos.
Nuestras mentes son finitas e
infinitas. La dualidad reina; es más, la multiplicidad lo hace. Hay muchos
“tús” como quieras, nada te definirá y todo lo hará. La vida y la muerte son
nada, son parte de la existencia e inexistencia, y del millón de cosas que
pueda estar en medio. Convencer tu mente o hacer que tu mente te convenza de lo
que quieras. Moldear la percepción en la forma que quieras; entrar en las
puertas o quedar en el umbral son todas posibilidades. Y ni siquiera es una
decisión que debas tomar, no importa, no realmente… no es sobre dar o tomar.
Nunca lo fue.
Ahora estoy en la calle
nuevamente. Todo es tan sereno y verdadero. El decaimiento de la noche se
comienza a crear, y la conciencia del día se hace paso. Pero no importa, porque
la luz del día también puede ser el sonido de la lluvia. También puede ser el
zumbido de una abeja o el canto de un ruiseñor. Y los autos de acero frío y
severo se pueden convertir en vergüenza, en desgracia y en grandeza. No importa
cuándo, o dónde, una vez que la provocación esté en movimiento. Ayuda a la
mente a través de las muchas puertas de la conciencia; guíala al decaimiento,
como la noche y como el canto del ruiseñor. Eres nada, eres dos, eres todo,
eres finito e infinito, y pronto dejarás de existir… como yo; Como la eternidad
está atascada en un momento de silencio, de resilencia, sentada junto a una
cerca blanca. Todas las caras ausentes, toda la mentalidad se diluye.
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