10.12.2012

Divagando en un lugar finito.



Hay un momento en medio de la noche en la ciudad en que vivo, cuando las calles quedan en calma. Casi no se ven autos u ómnibus. Es hermoso ese momento, pero tanto como sucede en cualquier ciudad que duerme profundamente en la noche. Luego, aparecen estos camiones, que van muy lento por los bordes, parando cada tanto. Éstos están llenos de agua, y la gente a cargo camina de un lado a otro lavando las veredas, nada espectacular. Pero entonces el olor a tierra mojada me lleva de regreso a mi hogar en el campo, me lleva de regreso a la naturaleza.

¡Es increíble cómo funcionan nuestras mentes! En un momento estamos en medio de una ciudad superpoblada y luego, provocado por un olor, o un ruido, o alguna sensación o sentimiento, estamos de regreso en medio de un campo, mirando las estrellas, preguntándonos por nuestra propia existencia, o tal vez preguntándonos sobre el amor; o quién sabe qué. Es increíble cómo podemos estar en lugares horribles, en las peores situaciones, y a causa de una mínima inflexión del entorno, en el tiempo y el espacio, podemos estar en otro lugar. Podemos ir a donde queramos, hacer lo que queramos y hasta convertirnos en otra persona o ser totalmente diferente. Podemos ser quienes queramos en el cálido interior de nuestra mente.

Estoy de nuevo en la calle principal de la ciudad, tal vez no me estaba sintiendo muy bien, o tal vez fue otro día usual, carente de importancia, cuando siento esta chispa, este rayo me golpea y sé que soy nada en el universo. Pero también puedo ver las conexiones del todo, y lo entiendo, sé que no importa qué pueda estar en nuestro camino, qué pueda pasar, todo va a estar bien, porque todo seguirá siendo.

La existencia es tan vasta como la inexistencia. El infinito se convierte en nada y es re hecho. No importa si amas la ópera, por ejemplo, o si la odias, porque está en todos lados, y también lo está el rap, el blues y cualquier tipo de música que te guste o que odies. Tampoco importan los tipos, ya que uno es todo y todo es uno. Es tan solo cuestión de encontrar las conexiones y dejarlas ser, y doblarlas, y romperlas, olvidarlas... Es cuestión de dejarte ser, y dejarte caer en el olvido. Dejarte ir y exonerarte de todas tus ideas, y compartir las tuyas y las de ellos.

Nuestras mentes son finitas e infinitas. La dualidad reina; es más, la multiplicidad lo hace. Hay muchos “tús” como quieras, nada te definirá y todo lo hará. La vida y la muerte son nada, son parte de la existencia e inexistencia, y del millón de cosas que pueda estar en medio. Convencer tu mente o hacer que tu mente te convenza de lo que quieras. Moldear la percepción en la forma que quieras; entrar en las puertas o quedar en el umbral son todas posibilidades. Y ni siquiera es una decisión que debas tomar, no importa, no realmente… no es sobre dar o tomar. Nunca lo fue.

Ahora estoy en la calle nuevamente. Todo es tan sereno y verdadero. El decaimiento de la noche se comienza a crear, y la conciencia del día se hace paso. Pero no importa, porque la luz del día también puede ser el sonido de la lluvia. También puede ser el zumbido de una abeja o el canto de un ruiseñor. Y los autos de acero frío y severo se pueden convertir en vergüenza, en desgracia y en grandeza. No importa cuándo, o dónde, una vez que la provocación esté en movimiento. Ayuda a la mente a través de las muchas puertas de la conciencia; guíala al decaimiento, como la noche y como el canto del ruiseñor. Eres nada, eres dos, eres todo, eres finito e infinito, y pronto dejarás de existir… como yo; Como la eternidad está atascada en un momento de silencio, de resilencia, sentada junto a una cerca blanca. Todas las caras ausentes, toda la mentalidad se diluye.

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