Y espero con ansias cada campanada del reloj,
aún cuando sé que su marcado ritmo no se detendrá
jamás, pero sí lo hará el mío.
El silencio, ese que fue de los más grandes amigos
-que con seguridad volverá a serlo algún día-
hoy me tortura con su siniestra inocuidad
y a la vez me observa distante
con sus ojos vacíos, y su ser atemporal.
1 comment:
El silencio se nos pega, es un simbionte. Tarde o temprano es el único que nos hace verdadera compañía.
Un reloj es algo terrible de tener demasiado cerca. Hace que la gente se enloquezca, cada vez volviendose más cuerda.
Saludos
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